''¿Cómo sabes si la Tierra no es más que el infierno de otro planeta?'' Aldous Huxley

viernes, 20 de diciembre de 2013

Un aficionado más

  • Érase una vez, en un lejano club de strip...”. Espera, me serviré un vaso de whisky y luego ya si eso, sigo – pensé. Me levanté y me serví la bebida, cuando quise darme cuenta, ya estaba, otra vez, distraído, leyendo la etiqueta del escocés, buscando una excusa más para no escribir mi novela, aplazando estúpidamente la historia, decayendo de nuevo en la maldita procrastinación. Esa enfermedad la cual todos los escritores somos propensos a contraer. Pero mi vagancia ya había decidido por mi. Un relato más que quedaba nublándose en mi mente, uno de otros tantos que ni siquiera llegaban a impulsarse desde mi pluma para recordarme una primera frase y así en otro momento, - “Cuando tenga más tiempo” – poder continuarla. Pero eso, mi subconsciente y yo sabíamos perfectamente que no llegaría a ocurrir, mis propias experiencias ya me lo advertían. En cambio yo, seguía haciendo caso omiso a toda esa inconsciente llamada de atención. ¿ Tendría que pasar otros dos años para definitivamente decidirme a relatar el cuento de mis sueños? Era evidente que mientras no sacara la cabeza del culo, no escribiría ni un párrafo mínimamente decente. Sin embargo no puedo cambiar quien soy, soy así; un viejo cascarrabias en potencia, un terco que difícilmente admite y menos aún, se hace cargo de sus fallos, incluso siendo totalmente consciente del perjuicio que le causa.
    Soy el que un día, invocando a la musa platónica se me ocurrieron los versos más bonitos que jamás pasaron por mi cabeza, entonces acerqué el recurrente papel en blanco y la estilográfica que tenía en mi bolsillo, cogí aire y escribí la primera palabra, después la segunda, ¡me embargaban los términos retóricos y las metáforas perfumadas!, me sentía realmente inspirado. Pero la tercera palabra se acabó difuminando y la cuarta ni salió de la pluma. Se acabó la tinta y con ella mi inspiración. Maldije mi mala fortuna, me deshice a base de improperios y juramentos impensables y dejé lo que hubiera sido mi mejor verso, inacabado, perdiéndose instantáneamente en el olvido ya que no volvió a mi memoria.
    Ese soy yo, el que reúne todas las características para no ser un escritor y aún así lo intenta. Aunque en cierta manera sí lo consigue, porque ¿Qué escritor que se precie no se ha enfrentado jamás con una página en blanco? ¿Qué escritor no ha tenido un bloqueo literario nunca? ¿Qué escritor no ha pecado alguna vez de adjetivos y adverbios floridos? Y lo más importante, ¿Qué escritor no se ha encomendado nunca a San Whisky con hielo, patrón de la inspiración? Exceptuando que nunca pensé en ganar dinero con ello porque evidentemente me moriría de hambre.
Me gusta escribir, y dado mi tozudez, de vez en cuando garabateo tonterías insustanciales por el mero hecho de poder crear algo tangible con ellos, pero reconozco que me cuesta hacerlo, es complicado, la escritura en sí se me antoja muy compleja, infinidad de posibilidades, pero incluso así, limitadas para mi, sé lo duro que es escribir, por esa razón, lo concibo como un hobby forzoso, sufro y a la vez disfruto haciéndolo. Me atrae la magia de la palabra escrita, me intrigan sus secretos, sus significados, su intrínseca relación con lo abstracto y lo real, a veces las leo escuchando cómo suenan, tan complicadas, tan concisas y esclarecedoras, algunas tan intrincadas pero bonitas, aún ignorando totalmente su significado. Ese soy yo, el loco que se regodea y juguetea con las palabras fantaseando ser un escritor; mediocre tal vez, pero siendo todavía un entusiasta de las letras, un escritor aficionado.

Jose G. Bentov

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